Nunca sabemos muy bien que
esperar de Joel Schumacher, ha dirigido verdaderos truños como
“Batman y Robin”
(por poner un ejemplo) y clásicos como “Jovenes
Ocultos”. Así que, cuando vi el trailer
sobre este film, de 2007, con esa historia de fondo: nazis, runas,
esoterismo,... No pude mas que emocionarme, pero algo dentro de mi me
avisaba de lo que estaba por llegar.
Después de un arranque
muy bueno en blanco y negro donde vemos a un Michael Fassbender
(“Malditos Bastardos”) pletórico. La cinta se para, para abordar
una historia entremezclada que mata el ritmo y la cinta. Ya que esta,
no nos engañemos, no se vuelve a recuperar.
Efectos digitales del todo
a cien (salvando el maquillaje de Fassbender), zombies sin venir a
cuento y unos hermanos traumatizados que no saben ni donde se meten.
Y a pesar de que esto ultimo os pueda hacer pensar que la cosa no
esta tan mal, la verdad es que es un aburrimiento y solo te mantiene
entretenido cuando el malo hace algo.
Los hermanos interpretados
por Dominic Purcell (“Prison Break”) y Henry Cavill (“El Hombre
De Acero”) se encuentran totalmente perdidos en sus papeles sin
saber donde están, quien son y a donde van. Dejando al espectador un
aura de cutrismo de 3ª
regional o algo peor. Purcell como actor de películas es horrible y
es muy extraño que le sigan dando tantos papeles dada su alta
mediocridad en todo lo que factura.
En 1936 en un pequeño
pueblo de Maryland vive una familia de alemanes que poseen una granja
y en las que se encuentran unas runas grabadas en piedra de la época
en la que los vikingos arribaron a tierras americanas (recordemos que
antes de Cristóbal Colón). El Tercer Reich al enterarse manda a un
científico ocultista (Fassbender) a investigar, trayendo el mal a la
zona.
En una época más o menos
actual dos hermanos (uno de ellos desaparecido) deciden ir a la
granja a matar a aquello que retuvo a uno de ellos sin saber en
realidad a que se enfrentan.
Schumacher no supo
aprovechar esta gran historia que hubiera dado para mucho. Al final
se queda en algo que apenas entretiene y que en ningún momento
engancha.
Una pena.
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