Irlanda nunca ha sido un país con repercusión en el cine de
terror y solo recuerdo ahora mismo un film que me haya llamado la
atención: Dead Meat de 2004 dirigida por el director Conor McMahon,
que por cierto, resulta ser el mismo que está detrás de esta
alucinante Stiches. Y digo alucinante porque dentro de esta nueva
industria de remakes patateros, fx digitales e historias que no valen
nada; McMahon nos transporta a las cintas surreales y graciosas que
tanto añoramos de los 80. Así como de unos efectos artesanales de lo
más resultón y que arrancaran las risas de los amantes de la caspa.
La acción del film se centra en un payaso que trabaja de forma
muy cutre animando fiestas para niños. Mientras se está tirando a
una chica recibe la llamada de acudir a un nuevo trabajo, el
cumpleaños es un desastre y los chicos empiezan a hacerle la vida
imposible hasta que de forma accidental muere. El niño de la fiesta
queda traumatizado y ve como entierran Stitches en una especie de
ritual payasil oscuro donde un huevo con su forma toma el
protagonismo.
Seis años pasan, el niño traumatizado es ahora un apestado
rechazado por el grupo, incluso por los que asistieron a la fiesta,
pero el hecho de que se vuelve a celebrar su cumpleaños no es un
impedimento para que la gente acuda a la llamada de la fiesta en esta
nueva etapa adolescente. Justo el momento ideal para que Stitches
vuelva de entre los muertos y se vengue de las personas que le
arrebataron su vida con unos asesinatos muy significativos y
graciosos.
Una película muy bien rodada con muy buena calidad de imagen y
que pese al bajo presupuesto no defrauda. Uno de los grandes films de
este 2012 para mí, y un acierto total para el señor McMahon. Como
diría un gran amigo mío: “¡Así sí!”. Esperemos que no tarde
otros ocho años en regalarnos otro aporte de genialidad.
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